Ammonite (Frances Lee, 2020)
 

Por el Pajuil

Vestigios de una era

Como ave que soy, el nombre de Mary Anning no me es desconocido. Fue buscadora de fósiles y quien descubrió los restos del primer vertebrado volador, el pterosaurio. No se sabe de que color era su plumaje, pero sí que voló por la costa sur de Inglaterra, la que ahora es llamada Costa Jurásica porque sus playas y acantilados están cubiertos de fósiles. Esta misma Mary Anning es el motivo de la película Ammonite, del actor, director y guionista británico Francis Lee.

Siendo una niña de 12 años (1810), Mary desenterró los restos fósiles de un ictosaurio, reptil marino procedente de la época del Jurásico. Lo encontró en las playas de la población Lyme Regis ubicada en la Costa Sur Inglesa, donde vivió siempre. Ese fue el primero de muchos descubrimientos que le dieron fama mundial. Entre uno y otro hallazgo subsistía de la venta de curiosidades para turistas. Entre ellas, amonites, que son el fósil de un molusco cefalópodo, los ammonoideos, que nadaron en los mares de este planeta hace 400 millones de años. Fue la única sobreviviente de 11 hermanos y vivió toda su vida con su mamá.

Kate Winslet interpreta a una Mary Anning fosilizada en vida, como si el polvo que limpiaba de los restos se le hubiera adherido a la piel. Hosca, huraña, con nula o escasa comunicación verbal, poco sociable y solitaria. Aunque totalmente entregada a su labor científica. Hasta que… apareció el amor en su vida. Charlotte Murschinson (Saoirse Ronan) es la esposa deprimida de un importante científico interesado en el trabajo de Anning. A Francis Lee le interesó, de la vida de la primera mujer cazadora de fósiles, su apertura amorosa. El amor es importante y más ahora que se puede mostrar (y servir de ejemplo) la diversidad. Aunque para mí, en la cinta quedó una pluma al aire que me permití atrapar al vuelo: El efecto Matilda.

Paleontóloga por necesidad

La secuencia que abre la película se desarrolla en el Museo Británico de la ciudad de Londres (1810). Empleados del museo instalan el fósil de un Ichthyosaurus. En la tarjeta de descripción de la pieza se lee: Sea Lizard. Encontrado por Miss Mary Anning. Lyme Regis. A continuación, es sustituida por otra tarjeta que dice: Ichthyosaurus. Lyme Regis. Presentado por: H. Hoste Henley. Mary Anning sólo ganó 27 libras por su descubrimiento y la Sociedad Geológica de Londres nunca la admitió entre sus miembros. De hecho, si hubiera formado parte de la comunidad científica, probablemente tendríamos mucha más información sobre sus descubrimientos, ya que, en ocasiones, los paleontólogos publicaban estudios con base en los fósiles que ella encontraba sin mencionarla. A los 27 años abrió una tienda de fósiles. Este nuevo proyecto atrajo a geólogos de toda Europa y América. Personajes como George W. Featherstonhaugh (primer geólogo de la historia de los Estados Unidos y uno de los más importantes contribuyentes al Liceo de Historia Natural de Nueva York) iban hasta Inglaterra para comprarle fósiles a Mary. Incluso el rey Federico Augusto II de Sajonia le compró un ictiosaurio para su colección particular.

A pesar de ser mujer, pobre y autodidacta, se consolidó como una de las más grandes expertas en la materia, pero por ser mujer y pobre, no fue reconocida públicamente. Otro ejemplo: El geólogo William Conybeare escribió el artículo más importante sobre el Plesiosaurio y le dio su nombre, pero en ningún momento mencionó a Mary como descubridora del fósil. Además de encontrarlo, ella dibujó muchos de los bocetos que ilustraban el artículo.

La importancia de Mary Anning en la historia de la ciencia va un poco más allá del descubrimiento de restos fósiles: Las pruebas paleontológicas que aportó fueron uno de los mayores apoyos a la teoría de la extinción de las especies, un elemento indispensable en la teoría de la evolución por selección natural. En aquella época aún algunos pensaban que ninguna especie se había extinguido. Aunque científicos como Cuvier ya habían comentado que ciertos mamíferos, como el mamut, habían desaparecido. Muchos otros pensaban que esos animales seguían existiendo en zonas inexploradas del planeta. Se creía que la desaparición natural de una especie creada por Dios podría ser muestra de imperfección.

Matilda, Mateo, Ammonite

Pero antes de Matilda, existió Mateo. En 1968 el sociólogo Robert King Merton (EU) dio a conocer en la revista Science, basado en el trabajo de la investigadora Harriet Zuckerman, el efecto Mateo. Zuckerman investigó (para su tesis doctoral) las características de la élite científica y, para ello, realizó entrevistas a científicos estadounidenses que habían ganado el premio Nobel. Algunos reconocieron que, para llevar a cabo sus estudios, habían trabajado con jóvenes investigadores que formaban parte de sus grupos. Y que el trabajo y las aportaciones de éstos habían sido determinantes. Sin embargo, la comunidad científica les había otorgado todo el mérito solo a ellos.

Otra de las conclusiones de Zuckerman fue que la menor visibilidad de los científicos (hombres) e investigadores (hombres) con menor adjudicación de méritos se debía a las relaciones estructurales que se imponían en los grupos de investigación. Más tarde sumó el fenómeno llamado: la acumulación de ventajas. De tal manera que, los científicos con más renombre tienen más facilidades para conseguir financiamiento para sus investigaciones u ocupar cargos de peso en universidades e instituciones. Zuckerman lo bautizó como Efecto Mateo, retomando (de la Biblia) el versículo 12 del Evangelio según San Mateo: “Los discípulos se acercaron y le dijeron ¿por qué les hablas por medio de parábolas? Él les respondió: A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene, se le dará más todavía y tendrá en abundancia, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene”. Merton publicó el artículo sin darle crédito a Harriet Zuckerman. Sin embargo, continuaron trabajando juntos y en 1993 contrajeron matrimonio.

#NoMoreMatildas

Margaret W. Rossiter (EU), historiadora de la ciencia, en 1993 publicó el proceso de creación del efecto Mateo (de cómo Merton se adjudicó la investigación hecha por su esposa).  Lo usó como ejemplo para mostrar la discriminación sistemática que ha sufrido la mujer en el ámbito de la ciencia. Como le sucedió a Mary Anning; a Mileva Marić, primera esposa de Albert Einstein y a quien hasta ahora no se le reconoce su contribución en la obra de Einstein, incluida la teoría de la relatividad.

Margaret W. Rossiter definió el olvido consciente y sistemático que habían sufrido las aportaciones de las mujeres científicas e investigadoras haciendo honor a Harriet Zuckerman y al de la activista en pro de los derechos de las mujeres Matilda Joslyn Gage. De esta manera, la discriminación que sufren las mujeres en la ciencia ha sido conocida desde 1993 con el nombre de efecto Harriet/Matilda, quedando al final solo como efecto Matilda.

Otras formas de discriminación que ha resaltado Rossiter son: las mujeres que pasaban inadvertidas al firmar artículos científicos junto a sus maridos; aislamiento de investigadoras en grupos de trabajo masculinos; mala fama atribuida a mujeres para desprestigiar su trabajo; robo de sus descubrimientos; apartadas de un puesto de trabajo ante compañeros con currículos menos brillantes, o aquellas cuyos nombres no eran registrados completos en las bases de datos científicos, sino con sus iniciales, lo que hacía muy difícil que sus nombres fueran reflejados y reconocidos en los resultados de las búsquedas. Mary Anning sufrió casi todos estos tipos de discriminación. Aunque después de su muerte (¡clásico!) la Sociedad de Geología de Londres le rindió homenaje y reconocimiento a su labor científica.

La secuencia final de la película se desarrolla en el Museo Británico de la ciudad de Londres. Ahora es Mary Anning quien admira el esqueleto de Ichthyosaurus que ella descubrió, presentado por H. Hoste Henley.

Es una lástima que mi vuelo no alcance las playas del sur de Inglaterra. Sería delicioso dejarse llevar por el aire que respiró Mary, caminar por la arena donde, además de fósiles, encontró el amor.

+Francis Lee debutó como director con el cortometraje The Farmer’s Wife (2012), seguido de Bradford Halifax London (2013) y The Last Smallholder (2014). Obtuvo reconocimiento con la película de 2017 God’s Own Country, recibió elogios de la crítica ganó premios en el Festival de Cine de Sundance y en los Premios Teddy, así como el premio al director Breakthrough en el Círculo de Críticos de Cine de Londres y el Premio BAFTA al Mejor Guionista Debutante.

++Ammonite, dirección y guión de Francis Lee, 2020. Reino Unido/Australia. 120 minutos. Premiada en el Festival de Sevilla, en la sección oficial y nominada a mejor vestuario y maquillaje en el British Independent Film Awards.

+++Ammonite fue estrenada el 11 de septiembre de 2020 en el Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF) en su edición 45, en medio de la pandemia mundial. Además, fue proyectada en la 73º edición del Festival de Cannes; Festival de Telluride (Colorado, EU) y en la 17a edición del Festival de Cine Europeo de Sevilla.

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