La romantización del teletrabajo.

Autor: Cacalote 1

Hace unos días, en este encierro que vuelve loco a cualquier ave, estaba a punto de arrancarme las plumas cuando leí un artículo sobre el teletrabajo, textualmente habalaba sobre el desencanto del home office, pero noté que en ese artículo se habla mucho del office y poco del home en esa dupla que traen todos en la punta del pico.  Y eso que habla del desencanto. ¿Será que a quienes entrevistan es a los directivos que claramente viven una realidad distinta a la de la mayoría de oficinistas? En LinkedIn, la red social laboral, abundan los artículos que obsesivamente hablan de lo maravilloso que es trabajar desde casa. Ha de ser porque esos hogares son muy distintos de otros tantos. Incluso leí uno que me obligó a picotear una rama hasta achatarme el pico, en el que se decía que era el fin de los rascacielos. Ush. Bueno, y es que todos esos artículos hablan mucho del trabajo desde casa, pero nomás del trabajo. No de la casa. Así que mucho office y poco home.

Hablemos pues del home:

Antes de lanzarme en directo al asunto del teletrabajo, hagamos un pequeño listado de cosas que suceden en una casa, por ser esta, el lugar en donde convivimos con la familia. Es en el hogar en donde, como dice el refrán: se lava la ropa sucia. Eso en el más literal de los sentidos. También los trastes, los baños, las frutas y verduras. En casa cocinamos, nos bañamos, nos cambiamos de ropa, nos tiramos en el sofá de la sala, nos dormimos, acumulamos la ropa, guardamos nuestras reliquias, colgamos nuestras fotos, hablamos de secretos, nos abrazamos, intimamos pues. Es el nido.

Con esto en mente, pensemos que la posibilidad de tener un nido propio, es para algunos el esfuerzo de años. Y que ese esfuerzo a veces se traduce en la adquisisción de un nido para colibríes cuando eres un buitre de ala ancha. No, no exagero. Los arquitectos últimamente hacen departamentos que parecen más el cubo de un elevador que otra cosa.

Piensen en el esquema de una familia que vive en un departamento de 80 metros cuadrados (y ya me estoy poniendo holgado), en donde, echaremos 3 recamaritas. Hablo en diminutivo porque en 80m2, si metemos 3 recámaras son, por fuerza de espacio, pequeñas.

Obviamente no hay un lugar específico de trabajo. No hay una “oficina”. Primera necesidad no cubierta y ya sé que todos los millenials me dirán que no se necesita. Sí se necesita. Así que habría que cambiar la arquitectura y volver a las casas con estudio y biblioteca (sí, biblioteca, esos cuartos donde abundan los libros para leer) y hacerlas muy muy baratas, ya que por ahora, cualquier lugar del home se convierte en office. La sala, el comedor, la recámara (usando el tocador o el buró de mesa). ¿Cuántos convirtieron ya en escritorio cualquier mesa de servicio, banco, mesa lateral?